Dime algo que no sepa

Dos cosas, vividas en las últimas semanas, me llevaron al hastío. Y sé muy bien que no lograré nada al escribir esto, pero lo haré a manera de terapia y porque no quiero ahorrarme el esfuerzo. Entonces esta entrada tiene dos partes que comparten un mismo final: dime algo que no sepa.

Lo primero tiene que ver con esta imagen que compartió la actriz argentina Brenda Asnicar a través de su cuenta de Instagram.

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Pienso en las mujeres – y hombres – que hoy representan la imagen de la derecha, en el papel que inocente (¿?) e innecesariamente asumen como motivadoras de segundo nivel u orgullosas creadoras de no sé qué, que no se ve por ningún lado. Y pues, a ver, las cosas como son: la sociedad digital tiene tendencia hacia el hedonismo y, aunque no somos prudentes – como pretendía la escuela cirenaica – y nos dejamos gobernar por los placeres, no somos imbéciles.

Nos gusta apreciar la (que consideramos) belleza del cuerpo humano y no veo nada de malo en eso, como tampoco lo veo en ser un/una exponente de esa belleza. Creo que la sinceridad es una cualidad altamente valorada y muy escasa últimamente. Personalmente, encontraría grato y plausible que las mujeres y hombres dueños de cuerpos ‘de infarto’ que los exhiben en las redes sociales (Instagram, más que cualquier otra) lo reconozcan y celebren. Porque de eso se trata su éxito, esa es la raíz de su ‘influencia’; dime algo que no sepa.

Sí, pueden publicar lo que les dé la gana, pero ¿Y qué tal si se ahorran las frases que le roban a Walter Riso y celebran la feria de la teta y la chocolatina?. Serían originales, además de atractivos. En la diferencia también está el placer; de nuevo, dime algo que no sepa.

Es ¿periodista?

Otra cosa que me emberraca es cómo los periodistas se toman a la ligera el hecho de informar. En el marco de Colombiamoda 2018, J Balvin presentaba la colección de ropa que hizo en colaboración con la marca GEF y no creo que hubiese un evento más esperado en esa feria de moda. La campaña de expectativa fue extensa – hasta a mí me llegaron los anuncios, aunque no sigo ni al cantante ni a la marca de ropa – y los fashion bloggers recibieron múltiples solicitudes de entradas al desfile y reseñas sobre lo que se vio en pasarela.

Imaginen, entonces, el privilegio que tuvo la periodista (de la que me quejaré) al tener una exclusiva entrevista en vivo con el reggaetonero. Una breve conversación plagada de preguntas como «¿Qué siente al presentar su primera colección?» o «¿Qué pretende con esta línea de ropa?». No sé (y lo dudo) si ella estaba nerviosa o no se había preparado para una hipotética (que no creo) entrevista con J Balvin, pero ¿En serio? ¿Era lo que debía preguntar para informar a los televidentes?.

Desde este lado del televisor, esa entrevista se vio como el mejor ejemplo de una oportunidad desaprovechada, porque no es necesario ser presidente del club de fans del cantante para saber que desde joven tiene especial interés por la moda y no hay que ser calificado como eminencia del periodismo para saber que hay que tener conocimientos de actualidad (incluida la vida y aficiones de un cantante que participa en el evento que vas a cubrir) y se debe preparar una entrevista antes de hacerla. Así pues, la próxima vez esfuérzate y dime algo que no sepa.

Comer

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Comer con amigos. Foto: Archivo personal

Me dieron ganas de escribir. Como (parece) ser tradición, revivo este blog en la madrugada y tras mucho tiempo de inactividad. Esta vez porque, de repente, creo que encontré ‘mi palabra’.

La historia es esta: En la película Comer, Rezar, Amar, basada en el libro de la escritora estadounidense Elizabeth Gilbert, la protagonista (encarnada por Julia Roberts) dice que ha encontrado ‘su palabra’ y es Attraversiamo, vocablo italiano que significa crucemos. Para ella, este argumento es la mejor manera de decirle a su novio (Javier Bardem) que sí está lista para compartir su vida con él. Y para las parejas que recorren el mundo estos días y lo comparten en las redes sociales, esta palabra es el mejor ‘caption’, la perfecta descripción; el cliché de la era digital al mejor estilo de «en el mar, la vida es más sabrosa» para cuando se visita la playa ¡Una maravilla!. En fin, mi palabra, en este día reflexivo, es COMER.

COMER como una actividad cotidiana que disfruto mucho, pero también como una forma de desvelar parte de lo que soy – exigente y quisquillosa – y reconocer aspectos de la personalidad de los demás. Pienso, por ejemplo, en la última vez que comí con todos mis amigos en Madrid. La ocasión era la despedida de German y el lugar escogido fue el «mejor» (no lo digo yo y no recuerdo quien lo dijo) bufet ‘all you can eat’ de la ciudad. Comer ese día fue una excusa, un propósito y es hoy un recuerdo entrañable. Comimos de todo y de más. Y cada plato, ahora que los repaso, era un reflejo de lo que somos. La simplicidad y seguridad en las elecciones de Santi, quien sabe lo que le gusta y se fue «a la fija» con algunos makis; la propensión por el riesgo de Itzel, una motivación para su constante búsqueda de nuevas experiencias, esta vez en forma de mariscos; la ‘muchosidad’ de Mati, entendida como un buen corte de carne en el mejor término; el hambre de conocimientos de German, practicante número uno del ‘ensayo y error’ con pequeñas muestras de diferentes entradas, platos fuertes y postres; y el desparpajo de Carlitos, reflejado en su llegada tarde a experimentar también con mariscos. Y yo, siempre tan cuidadosa, con la medida justa de lo que quería y que nunca consigo terminar.

Mi palabra es COMER – en español, para no parecer pretenciosa – porque trasciende la descripción trillada de Instagram; porque me sitúa frente a un plato, siguiendo paso a paso mi ritual y disfrutando lo que me gusta en compañía de unos amigos a los que extraño cada vez más. Muchachos, hoy más que nunca quiero comer con ustedes.

Tiempo fuera

Me das motivos, fútbol. No encuentro manera de evadir un tema tan actual y del que, justamente, siempre he tenido algo por decir.

Se sacudió Twitter y el asombro se esparció por la redacción de muchos medios de comunicación con la noticia del despido de Claudio Ranieri, EX-entrenador del Leicester City y uno de los hombres que hizo posible su título en la temporada pasada de la Premier League.

Ranieri, graduado como director técnico por una extensa carrera que comenzó en 1986 en Italia tras retirarse de las canchas, no estaba obteniendo los mejores resultados con los foxes, a pesar de tener aún en sus filas a Vardy, Mahrez y compañía. A día de hoy, el equipo acumula solo 21 puntos en 25 partidos jugados. Ubicados en el puesto 17 de la tabla de posiciones, los vigentes campeones de Inglaterra están a un paso de la zona de descenso.

Pero el onceno dirigido por el italiano no se había rajado en la Champions League. A nivel continental, el equipo pasó como primero de su grupo a los octavos de final y se pensaba que podría sacarse chispas con el Sevilla de Sampaoli en el Sánchez-Pizjuán. Sin embargo, la mecha se le apagó a los blues, quienes regresaron derrotados a casa.

Y a Claudio Ranieri, el estratega que le plantó cara a los grandes de la Premier con un planteamiento agresivo, mucha velocidad y delanteros ávidos de gol, se le terminó el contrato. El moldeador del Leicester campeón no tiene más tiempo para pensar en cómo dejar de perder.

El trabajo del entrenador – desde mi ignorancia – se basa en un profundo conocimiento de los jugadores, así como del rival. A partir de esto es que surgen las tácticas y se realizan los movimientos necesarios para conseguir la victoria. Y en esta fórmula el ingrediente secreto es el tiempo. La confianza, tan importante en las relaciones humanas, no se consigue de buenas a primeras. El DT necesita de tiempo para conocer a sus jugadores y éstos al hombre que les dirá cómo sacar provecho de lo que hacen.

Tiempo también se necesita para estudiar al contrario; qué propone, cómo ha cambiado, qué se puede aprovechar. Y tiempo es vital para desarrollar el proyecto deportivo. Mantenerse como el mejor de Inglaterra seguramente estaba soportado por un plan. Que no estaba dando resultados es indudable, pero ¿y si Ranieri también tenía una estrategia para apagar el incendio?

Usualmente se abren y se cierran las puertas de los clubes por la entrada y salida de entrenadores quienes no dan los resultados esperados en el tiempo determinado por hombres quienes, probablemente, no saben tanto de fútbol como aquel que consideran que ya no sirve. Los DT cesantes en el fútbol comúnmente aducen a lo mismo: falta de tiempo para desarrollar su proyecto deportivo ¿Y si tienen razón? Ranieri me da motivos para pensarlo, porque un hombre que logró lo impensado con un equipo ‘chico’ en Inglaterra podía tener un plan para alejarse del abismo; lo que le faltó fue tiempo.

Rojo

Pocas veces alguien logra sintetizar en un par de frases eso que mueve a los aficionados al fútbol. Pero no a cualquier seguidor, no, solo a esos apasionados para quienes el color representa un sentir y los once hombres que actúan en el campo son parte de la familia.

Enric González lo logró un lunes de abril, por allá en 2004. En su columna titulada Los Vencidos, el periodista catalán expresó en el periódico El País: «El caso es que la memoria sentimental se forja en el dolor, aunque cristalice en un segundo de gloria».

Tras ver el último encuentro del América de Cali, esas 19 palabras, organizadas en dos frases separadas por una coma, se me antojan como el reflejo de la historia del hincha escarlata. La alegría instantánea por la victoria de hoy, así como la gloria por los títulos del ayer y por el tan anhelado ascenso que finalmente se logró el pasado diciembre, se fortalecen en las adversidades, esas tan propias de los Diablos Rojos.

Atiborrar los estadios no sería posible si la afición no conociera la importancia de acompañar en cada partido, siempre a la espera de un título que, para América en su primera ocasión, tardó más de 50 años. Vitorear a los jugadores no provendría de un grupo de personas que no hubiesen identificado en ellos las ganas de darlo todo siempre en la cancha. Y seguir alentando cuando se es objeto de burlas por caer a la segunda división del fútbol colombiano no lo habrían hecho quienes mantienen la idea de que tras la tempestad llega la calma.

La memoria sentimental del hincha americano se ha cristalizado en 13 alegrías locales, pero se hizo fuerte en la sequía y en cinco años desde el infierno de la B. Por eso no es gratuito que El Campín se haya teñido de rojo hoy. Y no sorprende que cuando nos sugieren cambiar de equipo muchos respondemos con una negativa; los hinchas americanos hemos compartido las victorias, pero construimos nuestra identidad cuando nos encontramos juntos en tiempos de dificultad.

Dip de cebolla acaramelada

Dip de cebolla acaramelada

Una rica receta de la chef estadounidense Katie Lee, regalito de la revista Cosmopolitan en Español de marzo de 2010. Se puede servir en una reunión familiar o de amigos, para disfrutar mientras se ve una película o como acompañante durante una tanda de videojuegos.

Estos son los ingredientes:

1 cucharada de aceite de oliva

1 cebolla grande, cortada bien fina

1/2 taza de mayonesa

1/4 de taza de crema agria

1 paquete (o tarro, bote) de queso crema de 226 gramos (8 onzas), a temperatura ambiente

1 cucharadita de salsa inglesa (Worcestershire sauce)

1/2 cucharadita de sal de ajo

1/2 cucharadita de cebolla en polvo

1/2 cucharadita de pimienta negra

1 cebollino (la parte verde de la cebolla larga, cebolleta, cebolla de verdeo, cebollina, cebolla china o puerro) finamente picado

Preparación:

Saltear la cebolla en el aceite a fuego medio de 5 a 7 minutos, hasta que se empiece a dorar. Agregar revolviendo 1/4 de taza de agua y raspar los pedacitos de cebolla que se pegan al fondo de la olla. Recomiendo usar un sartén de cerámica, la cocción es mucho más rápida y no es común que se pegue la comida. Cocinar a fuego bajo de 30 a 35 minutos, revolviendo de vez en cuando, hasta que las cebollas estén bien doradas. Si se secan, agregar 1 cucharada de agua. Dejar enfriar.

En un bol mediano, combinar los ingredientes restantes (la mayonesa, la crema agria, el queso crema, la salsa inglesa, la sal de ajo, la cebolla en polvo y la pimienta negra). Con una mezcladora eléctrica de mano, batir hasta suavizar.

Añadir la cebolla, mezclar bien y añadir el cebollino sobre la mezcla para decorar. Refrigerar.

Servir frío con con papitas fritas (de paquete), galletas saladas, nachos o como aderezo para lo que se les antoje.

Décimo Grado

Anoche, mientras daba vueltas en mi cama y una larga lista de temas pasaba por mi mente, recordé la canción de Ana y Jaime Décimo Grado. Después de repasar su melodía y letras, una frase se quedó grabada; once palabras que resumen lo que fue mi vida sentimental en esa época: «¿De qué me sirve tanto estudio si contigo yo repruebo siempre?».

Definitivamente esa materia no fue superada ¡¿Qué puedo hacer?! No fui una de las favoritas del ‘profe’. Lo cierto es que agradezco por lo aprendido; ahora hay pruebas más importantes por superar… Y para estas sí que estoy preparada.

Lo último en el fútbol colombiano

Decisiones aplaudidas y condenadas por varias partes prometen un cambio sustancial en el balompié nacional para el próximo año. Para mí, un número no es garantía de calidad, que es lo que le falta al torneo local.

Foto: Colprensa - Nuevo Estadio

Foto: Colprensa – Nuevo Estadio

Aumenta la cantidad de equipos que disputarán el torneo de primera división del fútbol colombiano y, por ende, los responsables de llenar los dos nuevos cupos que – en asamblea extraordinaria – determinó la Dimayor.

Un total de 20 clubes de fútbol profesional se enfrentarán en dos torneos cortos con el fin de acumular estrellas y ganar el privilegio de representar al país en las competencias continentales. Bueno, eso sin mencionar los beneficios económicos obtenidos por coronarse campeón.

La medida, que busca beneficiar a los equipos ‘históricos’ o con un pasado en la A, comprende un torneo relámpago del que saldrían – a principios de 2015 – dos de los beneficiaros de la nueva propuesta y quienes se sumarán a los que consigan su tiquete a finales de este año con el ascenso directo y la (posible) victoria en la ‘promoción’.

Una vez aprobada esta propuesta, críticas y comentarios positivos han estado a la orden del día en redes sociales y foros sobre fútbol.

Quienes aplauden la medida aseguran que el regreso de grandes, como el siempre mencionado América de Cali, significa un incremento en los hinchas que acuden a los estadios, así como mayor calidad en materia deportiva para la competencia.

Mientras que aquellos que la rechazan aducen que esta es una forma injusta de darles la mano a esos equipos – de nuevo, como el siempre protagonista América de Cali – que descendieron y no han podido volver a ganar su lugar dado los malos manejos administrativos y el pésimo desempeño de sus futbolistas.

Pues bien, aunque los dirigentes del fútbol colombiano crean fervientemente que con su idea van a repoblar los estadios nacionales, la realidad es que el público brilla por su ausencia a raíz de la baja calidad demostrada por sus equipos cada año; unos porque empiezan bien y se caen, y otros porque cada fecha es un nuevo padecimiento. Eso, claro está, sin mencionar que no hay garantía de seguridad en los escenarios deportivos, ni dentro de ellos ni en sus alrededores.

Quiéranlo o no, los aficionados al fútbol en Colombia no son tan apasionados como en Argentina o Inglaterra. Aquí, si el equipo no responde, se deja de ir al estadio. Y eso pasa, incluso, con Atlético Nacional, reciente campeón y cuota colombiana en torneos como las copas Libertadores y Sudamericana.

El problema no son los hinchas, que viven su pasión de diferentes maneras (todas válidas, menos la violencia), sino de un torneo en el que se enfrentan costosas nóminas con jugadores recién salidos de la escuela de fútbol; ni los unos ni los otros funcionan y ese es el punto que se debe sanear.

La Dimayor, más que pensar en continuar enriqueciéndose, debe buscar una forma de ayudar a que los equipos chicos crezcan y los ‘históricos’ se fortalezcan; no necesariamente con grandes estrellas, sino con jóvenes promesa que, con disciplina y mejores condiciones de trabajo, pueden brillar.

Ya está bien del mismo campeón que se desinfla en un torneo internacional. Lo que se necesita es una liga más competitiva, jugadores comprometidos y con mentalidad ganadora, dirigentes ambiciosos y entrenadores que sean verdaderos líderes.

Y se necesita que los equipos que han descendido recuperen su categoría por méritos, porque la historia hace parte del pasado y no es garante de nada. A la larga, con unos torneos fortalecidos y equitativos los clubes aumentarán su nivel, así como los jugadores – quienes se cotizarán y tendrán más opciones de internacionalizarse – y, por supuesto, el fútbol colombiano en general.

Lastimosamente la decisión ya está tomada y esta no es responsabilidad de los hinchas o de algún equipo en particular, por lo tanto, rechazo esa gran cantidad de manifestaciones de odio que abundan en la Web y le ponen nombre propio a la iniciativa que no es más que un invento de la Dimayor.

Por ahora, solo resta esperar la evolución del fútbol colombiano y un – inesperado – cambio de pensamiento en la dirigencia nacional cuyo objetivo, sin lugar a dudas, es aumentar su capital.

El otro lado del fútbol

Fernando Torres nunca ha sido santo de mi devoción. El delantero español tiene sus virtudes, sin embargo, es intermitente; el ‘niño’ es blanco o negro, no conoce de grises. En ocasiones está inspirado, es certero y altamente efectivo, pero luego no se encuentra, erra muchas (por no decir todas) sus opciones de gol y se gana un lugar… en la banca.

Destino Fútbol, la serie documental de ESPN, preparó un especial donde cuenta cómo han sido las fluctuaciones en la carrera del hoy atacante del Milan de Italia. El ‘niño’ Torres es quien cuenta cómo es vivir ‘el otro lado del fútbol’, ese en el que el jugador que solía brillar ahora se enfrenta a la crítica de hinchas y medios de comunicación, mientras trata de volver a sus días de gloria. Un fenómeno muy común en el fútbol, deporte en el que olvidamos que los jugadores son seres humanos – con sus luchas y aspiraciones – y no una máquina infalible a la hora de hacer goles (que es para lo que – a muchos – contrataron ¿no?).

A continuación, el capítulo completo:


 

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Lunes festivo al mediodía. Día de Reyes. Último día de mi abuela en hospitalización.

En la habitación 617, donde esperábamos que el ortopedista pasara al personal médico del piso la orden de salida, conocimos una señora que estaba a la espera de una cirugía de hombro pues se lo había fracturado en un accidente de tránsito. En el mismo incidente se golpeó la cabeza – razón por la cual tenía un hematoma del tamaño de un limón – y se hizo una fisura en su cadera que no será operada pues, en palabras del médico, el fragmento lastimado es muy pequeño y, si se interviene, se ‘estalla’ y empeora su situación.

A la señora la acompañaba su hijo, quien también resultó herido en el accidente y hace cuatro días había sido dado de alta en la misma clínica.

Al volver de un paseo, el señor, su madre y una sobrina fueron estrellados por un auto que transitaba con exceso de velocidad e invadió su carril. El vehículo del señor fue declarado con ‘pérdida total’.

El señor, de unos 50 años y quien sufrió heridas leves en el percance, trabaja como conductor de un bus del transporte público. Sí, la misma ‘maravilla’ que hace unos años se inventaron los buitres que controlan la ciudad – Cali, Valle del Cauca, Colombia – y que ha traído innumerables problemas a todos los ciudadanos sin distingo de estrato socioeconómico, etnia o edad.

Mientras la madre del transportador se quejaba del dolor y del hambre que sentía pues no había recibido alimentos en todo el día – porque había sido programada, después de 10 días, para ser operada -, el hombre nos contó de su penosa situación.

Estaba desde la madrugada en la clínica acompañando a su madre. El día anterior, su jornada había iniciado a las 3 de la madrugada cuando se levantó para alistarse e irse a trabajar. A las 5:30 a.m., el domingo, ya estaba sentado frente al timón de su actividad de supervivencia.

Terminado su turno (al mediodía del domingo), se dirigió a la clínica y pasó la noche con su madre, quien no paró de quejarse y, por consiguiente y sumado a la incómoda silla donde él ‘descansó’ en todo momento, no le permitió conciliar el sueño.

Mientras tanto, en la casa que el hombre alquiló estaba su sobrina y otros familiares a quienes ‘ayudó en épocas de tormenta’ y que no se han inmutado con la enfermedad de la abuela. Ninguno de ellos se ha ofrecido a acompañar a la señora, de unos 70 u 80 años, ni se ha preocupado por la situación de la familia.

Ese hombre, que debe comenzar nuevamente su jornada mañana, a las 3:00 a.m., y a quien su madre fue operada en la tarde del lunes festivo, tiene que sumar a su lista de ‘dolores de cabeza’ lo que vive a diario en su lugar de trabajo.

Como conductor, todos los días cientos de personas manifiestan su descontento – y no de la mejor o más respetuosa manera – por las dificultades que tiene un sistema de transporte mal planificado y mal manejado.

Sin importar la historia del señor ni las dificultades que pueda estar viviendo y que haya dejado pendientes en su casa, hombres y mujeres de todas las edades lo insultan y ofenden por un problema del que no es responsable. Por una falla que no puede corregir pero sí debe asumir.

¿Cuántas veces nos preguntamos si detrás de vendedores, vigilantes, asistentes, auxiliares, recepcionistas, etc., hay problemas o tristezas? Seguramente muy pocas o, tal vez, nunca.

¡Qué difícil se nos hace ‘ponernos en los zapatos de los demás’! Dimensionar los problemas y pensar en reconocer quiénes son los verdaderos culpables, los que deben dar la cara y los que sí merecen escuchar toda la retahíla.

Y ¡qué difícil es ser agradecidos! Responder con buenas acciones lo que los demás hacen por nosotros aún cuando no nos piden ayuda pero sabemos que la necesitan.

Millones de historias hay como seres humanos en el mundo y, dentro de ellas, igual o mayor cantidad de problemas no son resueltos por quienes los padecen. La cuestión aquí es, simplemente, pensar por un momento en que hay ciertas situaciones que hemos vivido – o, incluso, estamos viviendo – y frente a las que nos gustaría que los demás actuasen de cierta manera ¿Qué tal si empezamos por actuar y así dar un buen ejemplo?

No soy médico, no podía operar a la señora. Ni tampoco soy su familiar, no podía quedarme acompañándola. Sin embargo, soy ser humano y sé que las palabras de aliento que les dije a ella y a su hijo son suficientes para ayudarles a creer que todo estará bien y que después de la tempestad, llega la calma.

Pensemos en cómo queremos ser tratados y así respondamos a lo que viven aquellos con quienes compartimos el mundo. No se trata de ser perfectos, de no equivocarse. Eso es imposible. Se trata de tratar de ser mejores cada día y de que en este planeta se logre cierta armonía. No es tan difícil ¿cierto?